Siguiendo con la tradición de post de entrevistas a miembros de Da man, para que podáis tener una visión lo más real posible de quiénes somos y qué hacemos, hoy os vamos a presentar a Jéssica Casal. Como veis, nos unen objetivos comunes, pero cada uno de nosotros vive Da man de forma diferente.
Hola Jéssica, ¿te puedes presentar?
Mi nombre completo es Jéssica Núñez Casal. Nací un 15 de Febrero del 84 en la ciudad Olívica de Vigo. Oficialmente me dedico al papeleo de oficinas como administrativa, aunque mi profesión como vocación del espíritu , cuerpo y alma, es la del espectáculo. La vida en sí, es un constante espectáculo y lo que mas me satisface es llenarlo de música, baile y colores.
¿Cómo llegas hasta Da man? ¿Buscabas alguna ONG en la que colaborar, la descubriste por medio de alguien…?
Por medio de mi amiga y hermana Lara -subpresidenta de esta ONG-.
Tu profesión no tiene nada que ver con lo sanitario ¿en qué consiste tu trabajo en Da man?
Hecho una mano en todo lo posible para facilitar el trabajo, desde ordenar el local, preparar cajas para enviar a Senegal, limpieza, orden… También colaboro con la preparación de videos para eventos, cartelería, fotografía, etc..
Cuando estás sobre el terreno, ¿en qué consiste tu trabajo?
Cuando he viajado a Senegal mi trabajo consistía en organizar a los pacientes según categorías..( embarazadas, niños, ancianos..), y por supuesto ayudar en todo lo posible.
Por tu respuesta veo que no es necesario estar sobre el terreno para ayudar, es igual de importante el trabajo que se realiza antes de ir ¿es así?.
Cierto. Sin el trabajo de aquí, sería prácticamente imposible cubrir todos los objetivos que deseamos. El trabajo en Senegal es muy duro, pero a veces la gente desconoce que aquí trabajamos los 365 del año con proyectos, organización de eventos, preparación de los viajes, documentación etc..frecuentemente la gente desconoce esta parte del trabajo, imprescindible.
Cuéntame algo que te haya impactado en relación con Da man (algo que haya sucedido en un viaje, en algún evento….
Sin duda una experiencia que nunca olvidaré, no sólo a nivel psicológico, también físico y sobretodo espiritual fue la primera vez que viajé a África. Te conciencias de tu destino a través de documentales, de historias que otros han contado o vivido o, como en mi caso, mediante la pasión, inquietud y el llamamiento interior por el continente Africano. Nunca consideré realizar este viaje con el objetivo de salvar al mundo, o de rehacerme a mi misma.
A pesar de todas las expectativas que uno se pueda crear, nada se compara al momento en que por primera vez pisas esa tierra y sientes como late debajo de los pies, contemplas esos ojos profundos y extensos, te atrapas en sonrisas que el tiempo no mella, respiras ese aire camuflado en un clima sofocante y por momentos asfixiante. Desde el punto y hora que uno siente la esencia de ÁFRICA atravesando los dilatados poros de la piel, por alguna razón que no alcanzo a explicar, te quedas enganchado para siempre de esta tierra y de su gente.
No puedo catalogar ni enumerar las millones de impresiones y sensaciones que procesaban mis sentidos. Evidentemente, el paisaje poco tiene que ver con lo que estamos acostumbrados en Europa, ni la comida, ni la cultura, ni sus gentes. Me quedo con el impacto de la primera noche que pasamos en DAKAR, con los rezos de madrugada por megafonía a todo volumen, los niños y niñas posando en nuestra furgoneta para que los fotografiáramos y la primera canción que nos dedicaron antes emprender cara TOUBA.
Tengo un recuerdo firme e inolvidable de cada día, de sus horas y segundos clavados en mi retina y anidando en mi corazón.
No puedo olvidar la extraña sensación de Pura felicidad constante y radiante. La sencillez de las cosas que hasta no llegan a ser cosas y no echar nada material de menos. La inmensa Luna encima de nuestras cabezas alumbrando toda la explanada insonorizada por grillos, sapos y burros. La falta de sueño que no existía, las caminatas por los largos senderos de vuelta al campamento después de un duro día de trabajo,iluminados por linternas a media pila por si aparecía algún bicho. El arroz como alimento diario. Samba entrando en nuestra choza y desafinando las guitarras. Cuántas canciones cantamos bajo un cielo donde el azul sólo se intuía por la multitud de estrellas…
Los paseos en burro al caer la noche y la leve brisa acariciándonos el rostro sudoroso.El amor verdadero que florece de raíz, sincero, puro y desnudo. Las permanentes sonrisas que dibujábamos sin querer, ¡sin saber por qué! Porque hay abrazos que apenas uno conoce, y sin embargo se convierten en una necesidad vital. No importa de dónde somos, hacia dónde vamos o cómo pensamos, al final la vida es un punto final y mientras estemos en suspensivos, bailemos el interminable vals de las mariposas hasta fibrilar.
Creo que nunca sentí la libertad de tal modo, o tal vez, África, te da esa oportunidad que en esta sociedad moderna es tan difícil de hallar.
Los bailes con los niños y niñas de los poblados con sus tambores de pota metálica, sus cantos y su confianza ciega en nosotr@s.
El maravilloso grupo que formamos en el viaje OCUBRE 2011 con esta ONG “ DAMAN” , porque sin ellos, evidentemente, esta experiencia sería en su gran medida muy distinta.
Esta claro que para cada uno de nosotros Da man implica algo diferente y nos enriquece de formas impensables.
